La música es una
herramienta empleada como terapia no
farmacológica para las personas con daño
cerebral y demencia ya que a través de ella se consigue la estimulación
cognitiva de los pacientes, contribuyendo, además, a mejorar el estado de
ánimo y la capacidad de comunicación.
La música
estimula diferentes funciones cognitivas. Favorece la atención, la memoria
autobiográfica y mejora las capacidades del lenguaje, como la fluencia y el
acceso al contenido informativo, siendo muy recomendable para los pacientes con
afasia o con dificultades en la comunicación. Una melodía conocida o una canción
familiar actúan como una medicina para el estado de ánimo ya que tienen la
capacidad de evocar sentimientos y recuerdos con una importante carga
emocional. Cuando la música es relajante, reduce la ansiedad y los problemas de
conducta consecuencia del daño cerebral.
Escuchar música es una gimnasia para
el cerebro. Al hemisferio derecho lo
pone en movimiento a través de la prosodia, el canto, la armonía y la detección
del timbre. El hemisferio izquierdo, más analítico, entra en acción a través de
aspectos temporales como el ritmo. Cuando la música se acompaña de movimiento
a través del baile, a la estimulación cognitiva se suman los beneficios de la
actividad física.
Los neuropsicólogos que habitualmente trabajamos
con personas con demencia y daño
cerebral no debemos escatimar en el uso de estrategias que, como la música,
son sencillas y eficaces para mejorar el funcionamiento de nuestros pacientes.